Hábitat: La familia de iguánidos comprende distintas especies de saurios, la mayoría de los cuales se conocen vulgarmente con el nombre de iguanas. La iguana cornuda que vive en las charcas salobres de la República Dominicana es un fósil viviente que excava en muros rocosos galerías de hasta 10 metros de largo para pasar en ellas la noche. La iguana terrera que vive en las Antillas es otro de los miembros más primitivos de la familia; le sigue la iguana verde propia de América del Norte y Central. También destacan la iguana del desierto y la iguana de pared que viven en México y Estados Unidos, y las iguanas marina y terrestre que habitan en las islas Galápagos al este de Ecuador.
Costumbres: Las iguanas son excelentes buceadoras y ágiles trepadoras. La iguana verde vive en los árboles pasando de uno a otro por entre las ramas. Tratándose de animales aparentemente pesados, son notablemente veloces y sus reflejos son muy rápidos. A menudo buscan refugio en el agua y su guarida favorita son los árboles de ramaje suspendido sobre lagunas y ríos. Nadan buceando con ayuda de la cola. La iguana del desierto es aún más veloz y puede correr erguida sobre sus patas posteriores. Fuera del periodo de reproducción, las iguanas gustan de vivir y sobre todo de tomar el sol en compañía de sus congéneres. En las islas Galápagos las iguanas marinas descansan en los campos de lava, durante el día se protegen del exceso de sol bajo las rocas, entre las grietas o a la sombre de manglares.
Cuando comienza la época de cría los machos establecen territorios, a veces se originan peleas, pero la mayor parte de las veces no pasan de ser meras exhibiciones de fuerza. Algunas especies de iguanas se yerguen sobre las patas traseras a la vez que menean la cabeza, manteniendo bien abierta la boca mostrando al adversario su fortaleza y sus afiladas uñas. Si este despliegue amenazador no hace retroceder al intruso, el dueño del territorio avanza y comienza la lucha. Los dos se empujan con la cabeza hasta que uno de ellos, al final cede y se retira.
Reproducción: Cuando los machos han seleccionado su respectivo territorio, se les unen las hembras. Al principio, éstas pueden moverse libremente de un territorio al otro para escoger a sus machos hasta que éstos van cercándolas. El apareamiento se realiza entonces sin interferencias de los otros machos. El galanteo es sencillo: el macho anda detrás de la hembra meneando la cabeza, agarra a su pareja por el cuello y la sujeta con las patas. Al abandonar los machos su territorio, las hembras preparan los nidos buscando la zonas donde el calor sea estable para que sus huevos puedan desarrollarse y eclosionar. Normalmente ponen de 2 a 3 huevos y vuelven a llenar el hoyo o túnel que excavaron, disponiéndolo de forma que pase inadvertido. Al cabo de unos 100 días o más nacen las crías.
Alimentación: La mayoría de las iguanas son vegetarianas, aunque algunas comen insectos, sobre todo durante su crecimiento. Algunas iguanas que habitan en los desiertos gustan de comer flores y cactus, mientras que las iguanas marinas se alimentan exclusivamente de algas.
Enemigos: Aparte del hombre que gusta de comer su carne, los mayores enemigos de las iguanas son las aves depredadoras como garzas, gaviotas y halcones que se comen a las pequeñas iguanas y en el caso de las iguanas marinas adultas, también se incluye a los tiburones que merodean las aguas donde éstas bucean en busca de sus algas cuando se alejan de la costa.
Expectativa de vida: De 13 a 20 años
Hechos interesantes: Las luchas entre machos tienen mucha importancia entre las distintas especies de iguanas. Conducen, como en el caso de otros animales, al establecimiento de una jerarquía social. Dentro de una determinada zona existe un jefe o macho dominante, con otros por debajo de él cuya condición social es escalonadamente inferior, de forma que número 2 manda sobre todos excepto sobre el 1, y el número 3 sobre todos menos el 1 y el 2. El individuo arriesga su integridad en la lucha, y tan pronto como comienza a faltarle el vigor, queda expulsado de su posición dominante y, por tanto, excluido de la reproducción. Por lo general, es siempre el más fuerte y sano de los machos el que se aparea con la mayoría de las hembras, lo que contribuye a garantizar el nivel general de vigor y salud en la población.